Deuda técnica: cómo nace y destruye un producto

Ambrosio Nevarez
10 Min Read

¿Qué es la deuda técnica y por qué aparece en el desarrollo de productos? Descubre cómo las decisiones rápidas, las presiones del mercado y la falta de buenas prácticas pueden acumular prácticas no óptimas en nuestro código y estructura, afectando la calidad y sostenibilidad de nuestros productos digitales. Entender qué genera esta deuda es clave para prevenirla y gestionarla efectivamente, asegurando así que tu producto se mantenga saludable y competitivo a largo plazo.

La deuda técnica es un término que se refiere a las decisiones de desarrollo que, en su momento, pueden parecer las más rápidas o convenientes, pero que a largo plazo generan un coste extra para el equipo o la empresa. Es como cuando uno decide usar atajos en un proyecto: en un principio puede parecer que ahorra tiempo, pero luego ese costo adicional se acumula y se vuelve difícil de pagar.

Es comparable a una tarjeta de crédito: cuando usas crédito para pagar algo que no puedes afrontar en ese momento, puede parecer una buena idea, pero si no lo gestionas bien, la deuda crece y termina siendo muy difícil de pagar. Lo mismo pasa con la deuda técnica en el desarrollo de productos digitales.

Muchas veces, la deuda técnica aparece porque los equipos enfrentan presiones del mercado, metas de entregas rápidas y falta de tiempo. La rapidez puede parecer la prioridad para mantenerse competitivo, pero a costa de dejar prácticas de desarrollo menos óptimas.

La toma de decisiones impulsiva y la priorización de lanzamientos acelerados pueden hacer que se neglecten aspectos importantes como la calidad del código, la documentación o las pruebas, creando así las bases para la deuda técnica.

La falta de buenas prácticas de desarrollo, como seguir estándares claros, hacer revisiones de código o mantener una arquitectura limpia, también favorece la acumulación de esta deuda. Es como construir una casa sin planos ni reglas: todo termina siendo desordenado y difícil de mantener.

Además, en entornos donde los desarrolladores trabajan con poca comunicación o sin documentación adecuada, se genera una situación en la que el conocimiento se dispersa, haciendo más difícil entender y mantener el producto a largo plazo.

La deuda técnica no siempre se nota de inmediato. En sus primeras etapas, puede parecer que todo funciona bien. Sin embargo, a medida que el producto crece y evoluciona, estos problemas empiezan a surgir y a afectar la calidad y rendimiento.

Un ejemplo típico es un código con muchos “parcheos”, donde se añaden soluciones rápidas en vez de buscar soluciones duraderas. Esto puede generar un código difícil de entender y modificar en el futuro.

Otra causa frecuente es la elección de tecnologías o metodologías que, aunque rápidas en un principio, no son sostenibles a largo plazo; esto puede generar incompatibilidades o dificultades para escalar.

La deuda técnica también puede surgir por falta de capacitación o experiencia del equipo. Cuando los desarrolladores no están al tanto de mejores prácticas, pueden tomar decisiones que en el corto plazo parecen convenientes, pero a la larga generan problemas.

La acumulación de deuda técnica impacta directamente en la calidad del producto. La experiencia del usuario se ve afectada cuando las actualizaciones son más difíciles, los errores proliferan y el rendimiento se deteriore.

La disminución en la sostenibilidad del producto puede traducirse en costos elevados de mantenimiento y mayor tiempo para implementar nuevas funciones o solucionar errores.

También, la deuda técnica puede hacer que sea más difícil contratar o retener talento. Los nuevos desarrolladores prefieren trabajar en proyectos que tengan una base de código limpia, clara y bien documentada.

En algunos casos, la deuda técnica puede paralizar el desarrollo, causando cuellos de botella y retrasos en los lanzamientos, afectando la competitividad del producto en el mercado.

La acumulación de deuda técnica puede crear un círculo vicioso: cuanto más difícil sea modificar el producto, más tentación hay de seguir trabajando con soluciones rápidas y temporales para cerrar tareas pendientes rápidamente.

Es importante entender que no toda deuda técnica es mala. Hay momentos donde hacer decisiones rápidas es necesario, por ejemplo, para responder a la competencia o a oportunidades de mercado emergentes.

El problema surge cuando dicha deuda se vuelve recurrente y no se gestiona con un plan estructurado. La clave está en pagar esa deuda en el momento oportuno, igual que una hipoteca, para mantener la salud del producto a largo plazo.

La deuda técnica puede ser invisible para quienes no están atentos, pero sus signos de advertencia son claros si sabes qué buscar. La idea es tener un ojo agudo para detectar estas señales a tiempo.

Un signo de advertencia es un código cada vez más difícil de entender, con partes que parecen desordenadas o incompletas. Esto suele indicar que las decisiones de desarrollo no estuvieron bien planificadas o documentadas.

Otro indicador es la dificultad para implementar nuevas funcionalidades o corregir errores, ya que el sistema se ha vuelto demasiado complejo o frágil.

La presencia frecuente de errores recurrentes también puede ser un síntoma de que hay una gran cantidad de deuda técnica acumulada en la base del código.

Cuando los tiempos de desarrollo se alargan de manera inesperada, o los procesos de integración y despliegue se vuelven complicados, es probable que la deuda técnica esté afectando la eficiencia del equipo.

La baja calidad en la experiencia del usuario, como tiempos de carga lentos, errores inesperados o interfaces poco intuitivas, puede estar relacionada con soluciones apresuradas o parciales en el desarrollo.

La insatisfacción del cliente o el aumento en las solicitudes de soporte técnico también pueden ser signos de que el producto tiene una carga significativa de deuda técnica.

Para evitar que la deuda técnica destruya un producto, es fundamental establecer estrategias de gestión que incluyan la identificación, priorización y pago de esa deuda de forma regular.

Una buena práctica es realizar revisiones periódicas del código y de la arquitectura, identificando áreas donde hay que hacer refactorizaciones o mejoras.

También, utilizar métricas y herramientas de análisis puede ayudar a cuantificar la deuda técnica y a hacer planes de acción claros para reducirla.

Reservar tiempo en los sprints para tareas de refactorización y limpieza de código puede marcar una gran diferencia en la salud del producto a largo plazo.

Fomentar una cultura de buenas prácticas, donde todos los miembros del equipo se comprometan a mantener la calidad del código, ayuda mucho a prevenir la acumulación de deuda técnica.

La documentación adecuada, las revisiones de código y las pruebas automatizadas son herramientas clave para mantener el control sobre la calidad y evitar que la deuda crezca sin control.

Mejor aún, educar al equipo y promover una mentalidad preventiva ante la deuda técnica puede evitar que se acumule en exceso.

La automatización de procesos, como las integraciones continuas y despliegues automatizados, pueden minimizar errores y facilitar tareas de mantenimiento y refactorización.

Es importante también establecer prioridades en la gestión de la deuda técnica, enfocándose primero en las áreas que más afectan el rendimiento y la experiencia del usuario.

Un enfoque gradual y constante para pagar la deuda técnica garantiza que el producto se mantenga en buen estado sin que los esfuerzos de refactorización sean abrumadores.

La gestión efectiva de la deuda técnica requiere compromiso, disciplina y visión a largo plazo, para que no se convierta en un problema incontrolable.

Cuando la deuda técnica se gestiona bien, no solo mejora la calidad del producto, sino también la moral del equipo, que verá sus esfuerzos reflejados en un sistema más estable y eficiente.

En resumen, entender cómo surge la deuda técnica, identificar sus signos de advertencia y adoptar buenas prácticas son pasos fundamentales para mantener un producto saludable y competitivo.

La clave está en ser proactivo y no dejar que las decisiones rápidas se conviertan en problemas a largo plazo. Es mejor invertir en calidad ahora que pagar más caro después.

La gestión de la deuda técnica no debe ser vista como una tarea ocasional, sino como parte integral del proceso de desarrollo y mantenimiento de cualquier producto digital.

En conclusión, hacer del control de la deuda técnica una prioridad es asegurar que tu producto no solo funcione hoy, sino que también tenga futuro, crecimiento y éxito sostenible en el mercado digital.

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